blog de hwang-ho 黃河

27 noviembre 2005

Escalera al cielo. Me estoy quitando

He encontrado este texto de Carlos Ballesteros en Consume hasta morir y le apoyo en su iniciativa:
El frío recorre mi cuerpo. Está metido en los huesos, hasta el fondo, hasta lo más hondo. Quizás eso es lo que más me está costando de quitarme. Lo bueno es que las nauseas desaparecieron en los primeros días. Pero es duro, muy duro desengancharse. Los temblores, las crisis de ansiedad,...No. No estoy seguro de conseguirlo aún. Ni siquiera con vuestra ayuda. Hacerlo público aquí, en esta escalera me ayuda a comprometerme, pero no se si seré capaz de mantener mi decisión de quitarme, de desengancharme, de dejarla. Se que debo ser fuerte, muy fuerte y aguantar sin caer de nuevo, ya que lo peor parece que ha pasado. Los escalofríos, los temblores, las alucinaciones de los primeros días sin ella ya no se repiten. Necesito ayuda. Mucha ayuda, porque está en todas partes. La veo aquí, allí...me persigue. No puedo dejar de verla, de pensar en ella. Me asalta a la hora del café de la mañana, a la de comer, en la merienda, en la cena, a la hora de acostarme, cuando estoy con los amigos tomando algo, con sus atractivos tentáculos...diciendo aquí estoy ..ven.... tómame

Empecé como todos, muy jovencito y por la tontería de probar. No es que al principio guste mucho, no. Hay que tomarla varias veces para encontrarte a gusto con ella, para encontrar su chispa, su sensación. No recuerdo bien cuando fue la primera vez, pero luego me ha ido acompañando siempre, a lo largo de todos estos años. Al principio la probé para parecer mayor pero luego ¡ay! no pude dejar de consumir. Así es. Y además cada vez necesitas más cantidad, dosis mayores. Yo, todo un profesor de Universidad, creyente, comprometido, activo......bueno ¡que decir de mi si todos me conocéis bien! Pues sí. Como se suele decir “hasta en las mejores familias” ¡Y no os podéis ni imaginar cuantas personas conocidas he encontrado en este cenagal. Seguro que algún vecino vuestro, algún familiar, vuestro mejor amigo está enganchado. Así es. Hay que ser consciente del poder que tiene y tener voluntad, muchísima fuerza de voluntad, porque es muy muy difícil salir de este pozo oscuro y sin fondo.

Uno no se da cuenta de cómo se va enganchando. Un día un poco. Otro día un poco más y así mes a mes, año a año. Y luego está los que no entienden por qué te quitas. Los que te dicen que no es para tanto. Que puedes controlar. Que no dejes de hacerlo. Ella misma y sus secuaces, sus camellos te esperan en cada rincón para convencerte de lo triste que es vivir sin ella. Tampoco es que yo consumiera grandes cantidades. Sólo cuando necesitaba excitarme, darme un subidón.

Todo empezó este verano. Como sabéis he estado en Africa unas semanas. Hasta ahora no me había dado cuenta de su poder. Sí, me lo habían contado, había leído cosas, había soñado a veces con dejarla....pero allí, entre la injusticia, la miseria ¡También estaba ella! Por todas partes. No había esquina sin que te la ofrecieran. La verdad es que es una cosa buena para los que a menudo la necesitábamos. Viajaras donde viajaras (y mira que yo me muevo) siempre ala he encontrado. Hasta en los suburbios más sórdidos de Nairobi, en los refugios de montaña de Gredos, en el Foro Social Mundial de Portoalegre ¡Si, allí también! Siempre que la he necesitado la he encontrado y me he sentido a gusto, relajado, bien una vez que la conseguía. Y allí estaba ella. En todas partes. Con sus atractivos colores, insultantes colores rojo y blanco al lado de situaciones de injusticia y miseria. En Kenya, o tomabas cerveza o te abandonabas a ella. No había más alternativa. Y por eso he decidido dejarla. Probar cómo es el mundo sin ella. Ya no tomo Coca Cola. Nunca más.

Carlos Ballesteros
ballesteros@cee.upcomillas.es